Llegué a un montón de arena que ,por casualidad, era la playa de mis sueños. Primero,sus granos camuflaron mi desesperanza; luego,exfoliaron mis debilidades. Allí me quedé,sentada, esperando un atardecer convertido en amanecer al cabo de las horas.
No sé lo que esperaba de mí aquel lugar ,pero me hacía estar clavada en aquella fina arena, haciéndome sentir tan pesada como el plomo y ,a la vez, tan liberada como el río que corre montaña abajo.
La marea comenzó a subir y el eco hizo llegar vibraciones de una carcajada a mi tímpano,despertando a un recuerdo de su letargo. Poco a poco, fue invadiendo mi mente hasta desbordar la capacidad de mi ayer. Se personificó...Y lo hizo en ti...En aquella vez que te vi por primera vez y en todas las veces que (re)miro los álbumes que guardan nuestra diminuta vida.
Me llevaste,lo hiciste entre rocas y espinas. Tú me devolviste a un presente que era el correcto y que tenía reservada una plaza para mí entre tanta demanda.
No lo podía reconocer en aquel instante pero...Creo que ya sé por qué estaba allí. También,el motivo por el que vuelvo cuando me deja/baja la marea : tú. Algo raro ,¿no? Un hecho totalmente confuso...Tú ,que ni siquiera has vivido un cuarto de tu vida,que si sangras lo haces con parte de mi sangre, vienes, me enseñas de dónde provengo y me dejas volver a salir de la cala...Cuando sube la marea...Cuando me podría ahogar.