Más que viejos conocidos.

Llevamos 30 años juntos,largos y cortos días,temporadas buenas y rachas malas,sonrisas en todos los rincones y lágrimas en ninguno,sólo silencio,eso es lo máximo a lo que llegamos. Aún no sé si él llora,es decir,sé que lo hace,lo he visto, pero nunca se lo he notado cuando volvía,siempre parecía alguien nuevo.Yo,en cambio,intento que no se note,pero siempre vuelvo con más peso en el alma que cuando iba. Para algunos no tendrá sentido,pero nosotros no lo compartimos todo,hay cosas que tienen que ser únicas de los dos,tan íntimas que nadie pueda llegar ni a atisbarlo con el aumento más grande que pueda tener un viejo microscopio,que a veces falla y deja derramar alguna gota,nada más. Sabemos lo que tenemos cada uno en el fondo de nuestro corazón,lo comprendemos cuando al otro le pasa y ,como está más que asimilado,nos lo guardamos;hacemos que sea de cada uno,cuando en realidad es nuestro,es un conjunto. Puede pasar cualquier cosa,los dos miramos hacia delante y cogemos fuerzas,nos agarramos las manos y salimos a romper el problema o la vida,como se decía en mi juventud. Y no,si pensáis que somos pareja,no es cierto; hay vínculos más fuertes que ese tipo de amor,lo nuestro va más allá. Pero todo se limita a un lugar,a todos y cada uno de los lugares donde podamos bailar al ritmo de la música de aquella noche...de aquella primera noche de verano.