Carta para ese otro alguien.

Tú,que naciste con los versos y la prosa entre los dedos,que viste primero el mundo en acuarela,ahora levantas los brazos como si fueras un delincuente y te entregas a la resignación,a esa que tendrían que encarcelar permanentemente.

Si con el tiempo pretendiste vivir a lo largo de una cuerda floja,te sorprenderá saber que tú misma te estás observando desde la otra punta,esa a la que llegas con la vejez: tambaleando tu peso como si de una pluma se tratase,arriesgando el dañar tu suave piel por unas dudas.

Tú,la inigualable,la dueña de la pluma de oro,de las estrellas del firmamento, sospechas que el abismo se acerca a tu pupila,confundiendo los límites y emborronando el ya de por si imposible negro.

¡Vive,pequeña!Sueña la improbabilidad en esquemas paralelos a la realidad.Traza cambios en tu felicidad.No supliques al tiempo por unos pocos minutos más : los que ya tienes son suficientes.

Y si en noches calurosas necesitas aire fresco,abre la ventana,que no haya fronteras entre tu corazón y la atmósfera : deja que el tenue movimiento de las copas de los lejanos árboles mezan tus pensamientos.

(El palacio de cristal ha abierto su puerta para que recuerdes tus primeros pasos en el mundo,ten cuidado al echar la cerradura,no vayan a escaparse las emociones que ahora no encuentras.)