Habían pasado ochenta y tres días, o lo que es lo mismo, dos
meses y 23 días. Las palabras fluyeron desde las cuencas orbitales hasta los
dedos y allí, en forma de fuentes intermitentes, entre diversos papeles,volvieron a la vida. A veces sucede que algunos recuerdos sollozantes se convierten en
eternidad con una simple caricia que mitiga su impacto en la realidad. Esa
caricia es la escritura.
Estar separada de este mundo durante unos meses parecía, en
un principio, no ser importante: “le puede pasar a cualquiera”, me decía; incluso
los grandes escritores tienen épocas en su vida en la que la mente se vacía y
el mero placer de escribir se vuelve insufrible.
Comparando diferentes etapas de este blog, puedo asegurar
que, apoyándome en la fiabilidad de un 76% de lo tecleado, cuando más he
escrito fue cuando los días eran más grises, las noches se convertían en días y
mi horario estaba tan trastocado por una cotidianidad que a las personas de mi
alrededor conseguía sorprender.
Y es que el ritmo de las palabras no tienen sentido si en mi
cabeza, a veces, no imagino historias. No será la primera vez ni la última
cuando, en aquella noche de febrero, me puse a hablar sola y a contar un cuento
a nadie en mi habitación. ¿Fue un efecto de la locura por no transcribir al
papel? Puede ser. ¿Fue el sentimiento de extrañar algo, de echarlo de menos, lo
que me llevó a tal actitud? Es muy posible. Y más aún, al estar tan marcada esa
sensación cada (fin de) semana en mi ser. Y mucho más aún, cuando el simple hecho de publicar algo en el
blog se vuelve impensable. ( Dolor y esperanza. Impotencia.)
Y yo, que confundo palabras en el lenguaje cotidiano, que
cambio sílabas de lugar, que pongo vocales donde las consonantes están tan
juntas que un enlace más hace que su relación sea imposible.
Yo, que no he
aspirado a nada más que a transmitir lo que siento, vuelvo en
medio de la niebla marina del 21 de abril de 2012 a mecanografiar algo, a sentirme
realizada por un día, a pensar que puedo…
En otra ocasión, escribir fue ese sueño convertido en
realidad, ese que sólo yo pude tocar y darle forma, esa oportunidad transformada
en hilo narrativo que seguiría su curso, cada vez que yo quisiera, hacia la
inmortalidad. Escribir fue… Escribir será.
(Rugen
los pensamientos) Toc,toc,…
- Pequeña, soy Escritura, he vuelto.
+ Te
echaba en falta.
Y aprovecho que ayer me he pasado el día con Auster para recordarte su idea de la escritura, esa droga o adicción que al practicarla no nos da una mayor satisfacción, pero que en su ausencia nos subimos por las paredes y nos esforzamos por ser fuerte y soportar un día más sin ella. Es una de esas ausencias que mata.
ResponderEliminarY la tuya por aquí no se ha notado menos, pequeña. Me alegro volver a tener de esas pequeñas manos del piso 2, de esa cabeza hiperactiva que no deja de sorprenderme.
Vuelve pronto :)
No puedo más que darle la razón a Arantxa: se te echaba de menos.
ResponderEliminarSabíamos que ibas a volver, aunque no cuándo. Y tal como nos sorprendió tu ausencia, vuelves a dejarnos sin aliento al leer tus palabras, al leer tu vuelta.
Bienvenida de nuevo al mundo de los locos (escritores), pequeña.
S.
No dejes nunca de escribir!!!!!!!!!!! que me dolería....
ResponderEliminarBesazos enormes