Cuénteme usted a mí su gran vida de dedicación y sus sueños aguados en el pozo de la misericordia;dígame que tales palabras son sabias y reflexivas ; explíqueme que hay vida eterna para mi otro yo en el mundo de los cielos ; y ,si quiere y le apetece, impongame escuchar cantos y salmos.
Hágame recoger las cosas que no le gustan de mis cuatro paredes;replíqueme cuando le conteste; interrogeme de forma sutil y despiadada ; usurpe la identidad de mis mañanas ; invente soluciones inmediatas ante problemas serios.
Enserio,haga lo que quiera,pero no me juzgue.
Rece por sus errores.
¿Que no juzguen? juzgarán durante toda su vida, analizando cada uno de tus torpes movimientos. Por obra y gracia del señor.
ResponderEliminarAsí es la vida en sociedad. Tu vida no es tuya por completo.
¡Un beso!