Parte 1
Inventamos lugares a donde ir en medio de la noche,en medio del día...Ese lugar dónde eres tú el que decide y nadie pone límites a la expresividad,a las emociones al sentir el olor de la hierba recién cortada,a la rara sensación de juntar lo salado y lo dulce en los labios,a las alas de las ilusiones perdidas entre principios y finales,entre dígitos incompresibles a lo largo del tiempo...
Hay calles anchas y callejuelas estrechas de forma predeterminada;también,grandes avenidas en días soleados y callejones sin salida en las noches confusas; y ,de vez en cuando,otras sendas se van haciendo más grandes o más pequeñas según la continuidad de los pensamientos en ese tiempo, no contado ni limitado,no rentable de una forma real.
El momento idóneo para soñar es nunca. El lugar es eterno en la memoria,un embrujo de la mente que combate contra los agentes externos en una extensión que va mucho más allá del no límite del lugar,que traspasa unas fronteras inexistentes,que acababa perdiendo en la inmensidad del universo paralelo a su existencia,en el monte de la cobardía humana. Ella siempre vuelve de lo no visto con una correa alrededor del cuello,con los recuerdos de esos lugares rasgados y convertidos en jirones de no deseos.
Las cosas flotan durante unos instantes,segundos que son años en la invención de las neuronas a pleno rendimiento. La gravedad se vuelve cero y se arriesga a empezar de nuevo,a llegar a una anomalía solo posible en aquel lugar,donde todo pesa más y te acerca al suelo. Las diferentes cantidades de plomo en el suelo,hacen bajar la balanza hasta lo real y te posas,con brusquedad,en esa esquina del mundo,a donde te va a buscar la esperanza,las ilusiones que cayeron contigo a este lado de la inmensidad,pero que,a veces,no quieres que lleguen...Por el miedo a olvidar lo ya perdido.
Parte 2
Somos coherentes y vemos la realidad en ese día lluvioso,en ese día nublado,en el sol un día de invierno. Las personas te creen de una manera,la real para ellos,una más para tí...Tú buscando a las personas que te encuentran a tí y que no sólo ven lo real,sino también la fantasía que une los tejidos del corazón. El olor a gasolina despierta los sentidos,los atonta entre marchas y velocidades inadecuadas en ciertas carreteras,en parajes insólitos para la inexperiencia.
Los escaparates reflejan la superficie del ser,encontrando colores vivos en las novedades,rencontrando tonos opacos entre piedras centenarias. A veces,se juntan los dos y te quedas mirando extrañada el mundo entre un marco de madera y las etiquetas fluorescentes de ciertos impulsos.
Ya que estás caminando sobre mojado,tus pies irán secos dentro de unas buenas botas,de esas que te hacen arrastrar los pies,que te hunden en la hierba un día,en el agua otro. Las charcas en las baldosas rotas no son seguras;los saltos entre esquinas quebradas pueden pinchar. La tranquilidad y la seguridad se pueden esconder entre los desagües de las calles reales,donde un rey pasea con su carroza,cuán dios por la indiferencia del creyente.
Los cuerpos se paran,se duermen entre vidas robadas y rotas al volver a caminar. Las intenciones perdidas en sus anteriores itinerarios se intentan resguardar de las gotas de seriedad,de compromiso e intentan volar al cielo e ir a un más allá no visto,totalmente opuesto a lo mundano,totalmente opuesto a lo divino. Dónde tú eres,dónde tú existes,manteniendo el olor a gasolina en tus fosas nasales,haciéndolo uno con el propio de la hierba cortada.
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