"Acabo de apagar la televisión,de desconectar el aparato de la música y de reconciliarme con mi calma. En realidad dejaré totalmente de conciliarme con ella sino termino de escribir esto. Hacía demasiado tiempo que no me paraba y me quedaba así,sin hacer absolutamente nada de lo común y haciendo solamente lo necesario,respirar.
El otro día cogí un libro,de esos que tienes colocados de la forma número 200 porque en cada año de tú vida lo has puesto en un sitio diferente de tú habitación /casa, y lo abrí. Coincidió que era la página perfecta,esa que esperaba buscar y tardar unos minutos en encontrar. Entonces comencé a leer y página tras página recordaba la incertidumbre que tuviera unos años atrás al ir por aquellas mismas palabras. Entonces, sucedió,el tiempo se paró y yo seguía leyendo,como hacía mucho tiempo que no hacía,con la libertad de tener una hora detrás de la que estaba terminando para seguir.Así se pasaron 358 páginas. Pero no llegué al final. Mis ojos pedían un poco de descanso y mi cuerpo también,no fue fácil acostarme a la hora en la que otros se levantan. Terminé apagando la luz y aquella fantástica sensación de voracidad se extendió por mi cuerpo,deseando terminar el final. Era imposible que se fuera y,ya que tenía que levantarme de allí a un par de horas,me intenté tranquilizar. Mi fuerza al levantarme de la cama me sorprendió,la impaciencia en la sala de espera se acentuó y por fin,volví a casa. Cogí mi desayuno y volví a meterme en aquel mágico mundo. Terminé el desayuno a la vez que el libro y me sentí a gusto,bien,en paz con mi mente. Me quedé dormida en el sofá,eran las 10 de la mañana. Ahora, sigo intentando recordar la última noche en el que mi sueño se quedó en el sofá a la espera de recuperar sus horas hasta la mañana siguiente, mientras mis ganas de más historias se iban a “dormir”.
Me acabo de dar cuenta de que no siento ese impulso de coger y comenzar a leer para terminar y empezar de nuevo. La curiosidad me llevó a encontrar lugares donde mis ojos recorren estanterías y estanterías llenas de títulos conocidos y no tan conocidos,donde puedo elegir y perderme entre fantasías,realidades y fantasías basadas en realidades,donde puedo reencontrar esa parte que se quedó en la ventana de mi habitación,leyendo las estelas de las nubes,las caras de la gente pasando en sus coches. Y es ahí,donde cojo el impulso que pierdo al volver al suelo. Y es ahí donde me doy cuenta de lo que pierdo,de lo que me estoy perdiendo e intento volver a los números positivos,pero la cuesta se hace demasiado empinada en alguno tramos y el contador no da llegado a cero, impidiéndome sumar en la escala de satisfacción personal."
"Qué puta es a veces la melancolía. Se vende a cambio de recuerdos y anhelos."
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